Introducción
Los trastornos de ansiedad son un conjunto de alteraciones psicológicas que se caracterizan por la presencia de miedo, nerviosismo, preocupación o angustia excesivos e irracionales, que interfieren con el funcionamiento normal de la persona y afectan su calidad de vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos de ansiedad son los trastornos mentales más frecuentes en el mundo, afectando a más de 260 millones de personas.
Los trastornos de ansiedad más comunes son:
• Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): se caracteriza por una ansiedad y una preocupación persistentes y exageradas por diversos aspectos de la vida cotidiana, como el trabajo, la salud, la familia, etc., que duran al menos seis meses y que no se pueden controlar fácilmente.
• Trastorno de pánico (TP): se caracteriza por la aparición repentina e inesperada de ataques de pánico, que son episodios de miedo intenso y terror, acompañados de síntomas físicos como palpitaciones, sudoración, temblores, dificultad para respirar, mareos, etc., que hacen que la persona crea que va a morir o a perder el control.
• Trastorno de pánico (TP): se caracteriza por el miedo y la evitación de lugares o situaciones donde la persona cree que puede tener un ataque de pánico o que puede ser difícil escapar o recibir ayuda, como la calle, el transporte público, los centros comerciales, etc.
• Fobia específica: se caracteriza por el miedo y la evitación de un objeto o una situación específica que provoca una respuesta de ansiedad desproporcionada, como los animales, la sangre, las alturas, los aviones, etc.
• Trastorno de ansiedad social (TAS): se caracteriza por el miedo y la evitación de situaciones sociales o de rendimiento, donde la persona cree que puede ser evaluada negativamente o humillada por los demás, como hablar en público, conocer gente nueva, comer en público, etc.
• Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC): se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones, que son pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes e intrusivos que generan ansiedad y que la persona intenta neutralizar mediante acciones repetitivas y ritualizadas, como lavarse las manos, ordenar, comprobar, etc.
• Trastorno por estrés postraumático (TEPT): se caracteriza por la reexperimentación persistente de un evento traumático que amenazó la vida o la integridad física o psicológica de la persona o de otros, como un accidente, una violación, una guerra, etc., mediante recuerdos, pesadillas, flashbacks, etc., que se acompañan de síntomas de evitación, hiperactivación y alteración cognitiva y emocional.
La evaluación, el diagnóstico y la intervención en los trastornos de ansiedad son procesos complejos y multidimensionales, que requieren de la aplicación de diferentes instrumentos, técnicas y estrategias, adaptados a las características y necesidades de cada caso. Entre los enfoques más eficaces y avalados por la evidencia científica para el tratamiento de los trastornos de ansiedad se encuentran las estrategias cognitivo-conductuales y las terapias de tercera generación .
Las estrategias cognitivo-conductuales son aquellas que se basan en el modelo cognitivo-conductual, que postula que los trastornos de ansiedad se originan y se mantienen por la interacción de tres factores: los pensamientos irracionales o distorsionados, las emociones negativas o desadaptativas y las conductas de evitación o escape. El objetivo de estas estrategias es modificar estos tres factores, mediante la aplicación de diferentes técnicas, como:
• Reestructuración cognitiva: consiste en identificar, cuestionar y sustituir los pensamientos irracionales o distorsionados que generan ansiedad por otros más racionales y adaptativos, utilizando la evidencia, el diálogo socrático, las preguntas desafiantes, etc.
• Exposición: consiste en exponer gradualmente a la persona al objeto o a la situación que le provoca ansiedad, ya sea de forma imaginaria o en vivo, con el fin de que se habitúe y reduzca su respuesta de miedo, utilizando la jerarquía de exposición, el afrontamiento, el modelado, etc.
• Relajación: consiste en enseñar a la persona a relajar su cuerpo y su mente, mediante la aplicación de diferentes técnicas, como la respiración diafragmática, la relajación muscular progresiva, la relajación autógena, el biofeedback, etc.
• Entrenamiento en habilidades sociales: consiste en entrenar a la persona en las habilidades sociales necesarias para interactuar con los demás de forma efectiva y satisfactoria, mediante la aplicación de diferentes técnicas, como el modelado, el ensayo conductual, el feedback, el refuerzo, etc.
Las terapias de tercera generación son aquellas que se basan en el modelo contextual, que postula que los trastornos de ansiedad se originan y se mantienen por la falta de aceptación y flexibilidad psicológica, que lleva a la persona a evitar o controlar sus experiencias internas, como los pensamientos, las emociones, las sensaciones o los recuerdos, que le generan malestar o conflicto. El objetivo de estas terapias es aumentar la aceptación y la flexibilidad psicológica, mediante la aplicación de diferentes técnicas, como:
• Terapia de aceptación y compromiso (ACT): consiste en ayudar a la persona a aceptar sus experiencias internas, sin juzgarlas ni evitarlas, y a comprometerse con sus valores, es decir, con lo que realmente le importa y le da sentido a su vida, utilizando técnicas como la defusión cognitiva, la atención plena, el yo como contexto, la clarificación de valores, el establecimiento de metas, etc.
• Terapia cognitiva basada en la atención plena (MBCT): consiste en enseñar a la persona a prestar atención al momento presente, de forma consciente y no reactiva, y a regular sus emociones, utilizando técnicas como la meditación, el escaneo corporal, el yoga, el registro de pensamientos, etc.
• Terapia dialéctica conductual (DBT): consiste en ayudar a la persona a regular sus emociones, a tolerar el malestar y a mejorar sus relaciones interpersonales, utilizando técnicas como la validación, la solución de problemas, el análisis de conducta, el entrenamiento en habilidades, etc.
• Terapia de activación conductual (BA): consiste en aumentar el nivel de actividad y el contacto con estímulos positivos de la persona, mediante la planificación y el registro de actividades, el análisis funcional, el refuerzo positivo, etc.
Estas son solo algunas de las estrategias cognitivo-conductuales y las terapias de tercera generación que se pueden aplicar para la evaluación, el diagnóstico y la intervención en los trastornos de ansiedad, pero hay muchas más que se pueden explorar y combinar según las características y necesidades de cada caso.
¡Somos diferentes, enseñamos diferente!
Conclusión
Los trastornos de ansiedad son un problema de salud mental que afecta a millones de personas en el mundo, y que requiere de una intervención profesional adecuada y eficaz. Las estrategias cognitivo-conductuales y las terapias de tercera generación son dos de los enfoques más exitosos y respaldados por la evidencia científica para el tratamiento de los trastornos de ansiedad, ya que se adaptan a las características y necesidades de cada caso, y buscan modificar los factores que originan y mantienen la ansiedad, así como aumentar la aceptación y la flexibilidad psicológica. Si quieres sabes más sobre Evaluación, Diagnóstico e Intervención, no dudes en inscribirte al Diplomado Evaluación en Salud Mental Diagnóstico e Intervención de UdeCataluña.
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